miércoles, 2 de marzo de 2011

EL DESCUBRIMIENTO DE JAVIER FONSECA

SEÑOR DE WARI. JOVEN ARQUEÓLOGO CUSQUEÑO CUENTA DETALLES DE SU HALLAZGO, QUE PODRÍA SER EL MÁS IMPORTANTE DEL SIGLO


Narra que al llegar al lugar sintió que “había algo grande”


“Cuando tuve en mis manos la primera pieza grité de emoción” Jazmín Lezama



Javier Fonseca Santa Cruz es un joven arqueólogo cusqueño de 32 años recién cumplidos, que está asimilando haber sido el descubridor del que es ya el hallazgo arqueológico más importante del siglo XXI en el Perú.




Dialogar con él es fácil, aún sumergido en la vorágine de la presentación de su descubrimiento en Espíritu Pampa, conocido tradicionalmente como sitio Inka y cuya arquitectura está constituida por kanchas, plazas y recintos de planta rectangular con algunas huacas y ushnus (rocas y plataformas). Ahora sabemos que no, que hubo un antes de los incas y él puede probarlo.

Javier nos cuenta que ingresó a la Dirección Regional de Cultura de Cusco en 2008 y tuvo que pagar derecho de piso. "En ese momento tenía 29 años, estaba soltero y era el nuevo, así que tenía que ir a donde me mandaran. Cuando llegué al lugar sentí una conexión especial con la zona, casi como si me invitara a quedarme y allí me quedé, trabajando en un lugar agreste lleno de vegetación, con muchas limitaciones técnicas y de materiales, prácticamente incomunicado debido a la geografía de la zona, junto a mi equipo, con quienes procuramos trabajar codo a codo."

"Cuando empecé a hacer las excavaciones y encontré los primeros vestigios  no podía creer que no fuera inca. La primera sensación fue de emoción, pero había que tener cautela, hasta que tuve en mis manos la primera pieza completa y grité de emoción porque me di cuenta de que allí había algo grande."

Posteriormente, paso a paso, y aplicando todos sus conocimientos científicos, Javier y su equipo realizaron las excavaciones arqueológicas retirando capas de tierra nivel por nivel. Todos los objetos encontrados fueron extraídos con mucho cuidado adoptando todas las medidas de seguridad posibles. El problema fue llevarlas al Cusco.

"Cuando tuvimos las piezas en nuestras manos tuvimos que transportarlas en una caravana a pie entre todos los miembros del equipo, que sumábamos unos 20, entre comuneros de la zona de Espíritu Pampa y especialistas de Cusco."

La odisea del transporte
"A las 4 de la mañana de un sábado  de noviembre de 2010, empezamos una caminata de muchas horas hasta el poblado más próximo, donde podríamos encontrar movilidad, pero nos encontramos con  un derrumbe de por medio y tuvimos que seguir a pie. Cuando  horas más tarde llegamos a Quillabamba y pudimos, por fin, tomar un ómnibus hasta Cusco fue un descanso, pero todavía teníamos en nuestras manos las piezas y había que protegerlas para que no sufrieran ninguna fragmentación ni se deterioraran", relata Fonseca.

"Lo agreste de la zona y el cuidado que debíamos tener con su transporte hicieron que fuera toda una odisea, pero valió la pena". Y es que el complejo arqueológico de Espíritu Pampa se ubica aproximadamente a 500 kilómetros al noroeste de la ciudad del Cusco, en el distrito de Vilcabamba, provincia de La Convención, en medio de un bosque subtropical húmedo, típico de la selva alta en la cuenca del río Urubamba.
"Ha sido un trabajo muy intenso y muy emocionante el que he compartido con mis compañeros de  equipo de la Dirección Regional de Cultura, Nilton, Bady, Abraham, Abel, Noel, Jimy, Paul, Nerio, Juan, José, Froilan, Celso Darwin, Steve, Abel 2 y todos los que se unieron a nosotros. Ninguna investigación anterior había definido una ocupación preínca en esta zona, y mucho menos una ocupación wari."


Fuente: Diario el Peruano


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